Las noticias sobre el avance y las posibilidades que ofrece la inteligencia artificial (IA) están cada vez más presentes en nuestro entorno, dejando claro del importante papel que va a jugar en nuestro futuro teniendo en cuenta su potencial aplicación a todos los ámbitos de nuestra sociedad (económico, educativo, sanitario…), al tiempo que se está generando un amplio debate público, especialmente en lo que respecta a la explicabilidad de los resultados y el sesgo en datos y algoritmos empleados.
Parece que la inteligencia artificial es una disciplina a la que por fin le ha llegado su momento, después de décadas de historia y varios momentos de aparente – y frustrado – despegue en la segunda mitad del siglo pasado. Y ello es debido a tres factores que sin duda han marcado la diferencia respecto a situaciones pasadas: capacidad de computación (en términos de coste y velocidad), capacidad de almacenamiento (dramática reducción coste y aumento de disponibilidad con tecnología cloud) y, quizás el aspecto más relevante, las “toneladas” de información “explotable” (es una obviedad para casi toda la población que vivimos en un mundo de datos, y que va a más).
La posibilidad de que las máquinas deriven las reglas de actuación a partir de datos, identificando patrones (éste es el concepto básico que realmente se esconde detrás de la temida denominación “aprendizaje de las máquinas”), en lugar de proceder de forma determinista tratando de programarlas previendo todos los casos posibles mediante la aplicación de reglas, da origen a una importantísima revolución en la forma de aproximarnos al uso de la tecnología para resolver problemas.
De esta manera, podemos afirmar que la inteligencia artificial sirve a un único – pero absolutamente transformador – propósito económico: reduce significativamente el coste de predicción.
Según lo reflejado en el informe “Global AI Survey – 2019” de la consultora McKinsey, más del 50% de los más de 2.000 encuestados afirmó que en las unidades de negocio en las que se aplicaron técnicas de inteligencia artificial (especialmente en Marketing, Ventas, Logística, RRHH y Manufacturing) se habían incrementado los ingresos o les había ayudado a reducir sustancialmente sus costes. Los resultados también muestran que una pequeña parte de las empresas encuestadas, pertenecientes a distintos sectores, están obteniendo resultados comerciales descomunales a partir de la aplicación de IA, lo que podría generar una importante brecha entre los usuarios avanzados y los rezagados en la adopción.
Posiblemente los campos de aplicación más conocidos de la Inteligencia Artificial en los negocios sea en los ámbitos industriales (mantenimiento preventivo en automoción, aeronáutica, industria pesada), el sector financiero (detección de operaciones fraudulentas, valoración de riesgo crediticio), retail y entretenimiento (sistemas de recomendación, optimización de búsquedas) o defensa/seguridad (vehículos no tripulados, reconocimiento facial, sistemas autónomos de decisión), pero sin ningún género de duda, se extiende a todos los sectores.
Así, por ejemplo, la aplicación de técnicas de inteligencia artificial en los negocios de agricultura de precisión se vislumbra como decisiva para revolucionar el sector primario y, compaginada con otras tecnologías, permitir un incremento de rendimiento (anticipación de plagas, optimización del uso de fertilizantes y pesticidas, alarmas ante incidencias climáticas, etc.) que nos permita solventar el desequilibrio actual entre crecimiento demográfico y producción de recursos, que al ritmo actual podría colapsar a mediados del siglo XXI.
En otras dos áreas claves para nuestra sociedad, la Sanidad y el Transporte, el desarrollo de la inteligencia artificial también va a marcar enormes diferencias. El replanteamiento de la sanidad desde una óptica de prevención, desarrollando nuevos sistemas sanitarios que hagan uso de los abundantes datos disponibles representaría un avance sin precedentes en beneficio de la sociedad. En transporte, la optimización de los recursos y el avance de los vehículos autónomos permitirá disponer de sistemas más eficientes, con menor congestión y menos contaminantes, al tiempo que reducirán los accidentes.
En los casos de uso donde las técnicas y datos (en cantidad y calidad) están disponibles y el valor de su aplicación está claramente probado, las organizaciones están apostando de forma decidida por el uso de la inteligencia artificial.
Aunque la transición hacia el uso de masivo de la AI no será rápida ni confortable en todos los casos, sin duda será muy beneficiosa.