“Cuando nadie me ve, puedo ser o no ser”…, dice la letra de una canción de Alejandro Sanz… y en esta introducción al artículo le añado casi tarareando …“consumidor responsable”.
¿Son los directores de marketing o los responsables de la estrategia de venta de producto los culpables de la falta de ética de una empresa? La respuesta aportada de manera visceral en demasiadas ocasiones es un rotundo sí. Con demasiada frecuencia se pone en duda la falta de ética en el Marketing, ya que se preestablece que su misión deliberada es poner de relieve la diferencia entre la realidad de las personas y sus expectativas, de tal manera que sientan necesidades, ya sea en la autoestima o en sus posesiones (recordemos la clásica pirámide de Maslow) y se sienten o nos sentimos obligados a minimizar la diferencia con gastos, compras y servicios innecesarios.
Esto puede ser cierto en más ocasiones de las deseadas, no diré que no hay mucho camino por recorrer en temas de ética y marketing pero, ¿es toda la responsabilidad de este colectivo?, ¿qué hay de su entorno? La segunda reacción será culpar a las empresas y argumentaremos que algunas hacen suya la filosofía de que el fin justifica los medios y que todo pasa por maximizar el beneficio para su accionariado. Dando por cierta en muchas ocasiones esta afirmación, mi pregunta continúa siendo la misma ¿y qué hay de su entorno? Ya que el entorno es mucho más que su empresa, ¿Por qué han llegado a esta conclusión?, ¿tengo como consumidor parte de responsabilidad en ella?
Madurar como consumidor supone tomar conciencia que hay más criterios además del económico para ejercer la compra. Por supuesto el económico siempre será necesario tenerlo presente y no podemos obviarlo para hacer un ejercicio realista, pero entre dos productos parecidos de precio similar, ¿en qué nos basamos para decidir qué comprar? Creo que uno de los grandes retos en la actualidad es conseguir que las empresas sean generadoras de beneficios económicos a largo plazo, a la vez que sean socialmente responsables y medioambientalmente sostenibles. Y aquí entramos todos, cada uno de nosotros con nuestras decisiones de compra, qué compramos y donde lo compramos, ¿conocemos que hay en los procesos de producción de una camiseta por ejemplo o solo tomamos la decisión de compra por el precio de X € de la camiseta para tener más de 10 camisetas? ¿Todo nos vale?, ¿nos preocupamos por conocer la trazabilidad del producto?
Es por ello que debemos medir las consecuencias de nuestras decisiones de compra, ser conscientes del poder de la suma de cada una de ellas y de la parte de responsabilidad que tenemos como consumidores al alimentar un modelo u otro de mercado.
Hoy más que nunca necesitamos construirnos como consumidores responsables, interesarnos por lo que comemos, bebemos, con que tejidos nos vestimos y que marcas o en que tiendas compramos. Comienza el curso, estamos inmersos en plena época de pensar objetivos personales, ¿porque no ser este año un poco más responsables en nuestros hábitos de consumo, porque no ponernos como objetivo además de aprender un idioma, hacer más deporte o pasar más tiempo con nuestros hijos, ser un consumidor más responsable?
Por mi parte este inicio de curso me comprometo a ser mejor consumidor o mejor dicho, ser un consumidor más consciente de mis acciones. Cuando nadie me ve puedo ser o no ser… un consumidor responsable ¿te apuntas? o …. ¿me lo compras?